viernes, abril 07, 2006

Chissssspeante

Erase una vez unos ratoncitos a los que les gustaba apalancarse en garitos oscuros y donde atronaban sus oídos con repertorio metalero. Lo tardío de la apertura de los garitos les hacía estar en un estado de semi-inconsciencia foquil (vease: hacer la foca, o también hacer el Hommer: ghhaaaaaaaaa...), intentando no abrir mucho los ojos para que la luz diurna no los distrajese. A veces se apalancaban en sus sofás haciendo zapping indiscriminado, otras delante de sus pantallas con teclado interactivo pasando el rato o, incluso, vagando como almas en pena por las calles aledañas a los citados garitos hasta la esperada apertura de los mismos.
Cuando esto sucedía, los honrados trabajadores de la oscuridad atronante se veían asaltados con peticiones de melodías escogidas, piropos sonrojantes o mezclas de liquidos ingestables de dudosa salubridad.
Algunos días, y no por cierto al término del período neoproductivo, ciertos ratoncitos decidían deglutir más de lo aconsejable, mostrando toda una serie de finas artes equilibristas y aumentadas capacidades socializadoras.
Menos mal que los taxistas son gente paciente y que algunos ratoncitos tienen "pedo amigable"

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